¿Qué es la escoliosis lumbosacra y por qué aparece?
Hablamos de escoliosis lumbosacra cuando la curvatura de la columna se localiza entre las últimas vértebras lumbares (normalmente L4-L5) y el sacro. Esta zona soporta buena parte del peso corporal y actúa como nexo entre la columna vertebral y las piernas, por lo que cualquier desviación aquí puede alterar la biomecánica global del cuerpo. Las causas más comunes incluyen:
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Escoliosis idiopática que se detecta en la adolescencia pero persiste o se agrava con el tiempo.
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Escoliosis degenerativa del adulto, provocada por el desgaste de discos intervertebrales, artrosis y pérdida de soporte muscular.
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Desequilibrios posturales, asimetrías en la pelvis o diferencias de longitud entre las piernas.
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Estilo de vida sedentario, malas posturas mantenidas o trabajos repetitivos.
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En algunos casos, alteraciones congénitas o neuromusculares también pueden estar en el origen.
Síntomas frecuentes: cuándo sospechar que algo no va bien
Aunque a veces pasa desapercibida, la escoliosis lumbosacra suele presentar señales que no hay que ignorar:
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Dolor localizado en un lado de la parte baja de la espalda.
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Caderas desniveladas o una pierna que se percibe más larga.
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Tirantez muscular al estar mucho rato de pie o caminando.
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Fatiga o debilidad en un lado del tronco.
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En casos más avanzados, puede aparecer dolor irradiado hacia glúteo o pierna (tipo ciática) si hay compresión nerviosa.
Un diagnóstico adecuado es clave. Pruebas como la exploración postural, test funcionales o una radiografía ayudan a confirmar la desviación y medir su gravedad (ángulo de Cobb).
Fisioterapia para escoliosis lumbosacra: qué se puede conseguir
Aunque en adultos no se busca “corregir” la curvatura, la fisioterapia tiene un rol fundamental para mejorar la calidad de vida, reducir el dolor y prevenir que la curva avance. Un tratamiento bien planteado puede ayudarte a:
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Aliviar el dolor mediante técnicas manuales, terapia miofascial o movilización suave.
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Fortalecer la musculatura estabilizadora del core, glúteos y zona lumbar.
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Mejorar la movilidad y flexibilidad de la columna para evitar bloqueos articulares.
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Reeducar la postura para repartir mejor las cargas y evitar sobrecargas crónicas.
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Aprender ejercicios terapéuticos personalizados, enfocados en tu tipo de escoliosis, tu cuerpo y tu rutina diaria.
¿Es siempre necesario tratarla?
No todas las escoliosis necesitan intervención intensiva. Sin embargo, si hay síntomas como dolor, fatiga muscular o rigidez, o si afecta a tu movilidad, sí es recomendable iniciar tratamiento. Cuanto antes se actúe, mejor se puede frenar su evolución y mejorar el bienestar.
La escoliosis lumbosacra no tiene por qué limitarte. Con una evaluación adecuada y un plan de fisioterapia adaptado, puedes recuperar el control de tu movimiento, reducir el dolor y sentirte más fuerte en tu día a día.