¿Por qué aparece el dolor articular en personas mayores?
A medida que envejecemos, las articulaciones (zonas de conexión entre huesos) van perdiendo elasticidad, lubricación y estabilidad. Algunas de las causas más frecuentes del dolor articular en mayores son:
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Artrosis: el cartílago se desgasta y provoca fricción entre los huesos.
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Tendinopatías o inflamación de tejidos blandos.
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Falta de movimiento o rigidez por inactividad.
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Sobrecarga repetitiva por hábitos posturales o esfuerzos mal distribuidos.
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Secuelas de antiguas lesiones no tratadas correctamente.
Zonas del cuerpo donde es más frecuente el dolor articular en mayores
Aunque puede afectar a cualquier parte del cuerpo, hay algunas articulaciones que tienden a resentirse más con los años:
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Manos y dedos: rigidez matutina, dificultad para agarrar objetos pequeños, dolor al hacer pinza o escribir.
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Muñecas: limitación al apoyarse, cargar peso o hacer movimientos repetitivos.
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Rodillas: dolor al subir o bajar escaleras, caminar distancias largas o mantenerse de pie.
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Caderas: molestias al levantarse, dificultad para cruzar las piernas o caminar sin cojear.
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Hombros: dolor al levantar el brazo, abrocharse el sujetador o alcanzar estanterías altas.
Tratamiento del dolor articular: ¿qué puede hacer la fisioterapia?
La buena noticia es que no hace falta resignarse al dolor. La fisioterapia ayuda a mantener las articulaciones en movimiento, a aliviar el malestar y a prevenir el deterioro funcional. Un tratamiento adaptado puede incluir:
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Movilizaciones suaves para mejorar el rango articular sin dolor.
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Fortalecimiento progresivo de la musculatura que protege cada articulación.
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Ejercicios de coordinación y equilibrio para evitar caídas.
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Educación postural y adaptación de movimientos cotidianos.
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Recomendaciones personalizadas para mantenerse activo sin riesgo.
El dolor articular que aparece de forma esporádica no siempre requiere tratamiento, pero si notas que:
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El dolor no remite con descanso.
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La articulación se inflama o está caliente al tacto.
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Pierdes movilidad o fuerza.
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El dolor interfiere con actividades cotidianas como vestirse, caminar o dormir.
Entonces, es el momento de acudir a un profesional.
Envejecer no es sinónimo de dolor, sentir rigidez o molestias al moverse no tiene por qué ser parte inevitable del envejecimiento. Con acompañamiento profesional y un enfoque activo, muchas personas mayores recuperan autonomía, reducen el dolor y mejoran su día a día. Porque moverse bien sigue siendo posible, a cualquier edad.